Venecia día 4: Guggenheim, La Biennale y muchas, muchas vueltas por Arsenale.

Nuestro cuarto día en Venecia fue, sin duda, el más artístico. Empezó en el corazón de la ciudad, cruzando el Gran Canal, y nos llevó desde el universo íntimo y moderno del Peggy Guggenheim hasta los pabellones de la Biennale de Arquitectura. También fue un día de perderse, literalmente, por callejones poco turísticos, puentes escondidos y barrios que todavía conservan la vida veneciana más cotidiana. Tras Desayunar  el B&B San Firmino, maravilloso con vistas al canal  nos acercamos caminando hasta la zona de San Marcos para cruzar el canal en una góndola traghetto que sale en Santa Maria del Giglio, justo al final de la Calle Larga XXII Marzo. Este servicio público es básicamente una góndola sin florituras: más ancha, sin música ni adornos, y por 2 € te sientas y cruzas en un par de minutos. Es la forma más auténtica y práctica de moverse entre orillas, nada que ver con las góndolas turísticas.

Ya en Dorsoduro, la primera parada fue la iglesia de Santa Maria della Salute. No es de esas iglesias que se te quedan grabadas por la sobrecarga barroca, sino por su equilibrio y la luz que entra con intención, dejando que el mármol y las esculturas respiren. Es un lugar sereno que merece una visita sin prisas.

Desde allí caminamos hasta la Punta della Dogana. Las vistas hacia San Marcos y la isla de San Giorgio son limpias, abiertas, perfectas para fotos. Es uno de los puntos con más sensación de amplitud de toda la ciudad.

Antes de entrar al museo, paramos en la terraza de su cafetería. Está en la entrada y da al jardín de esculturas. Es un sitio tranquilo, con mesas a la sombra y buena vista. Ideal para tomar un café antes de ver arte contemporáneo.

La terraza principal del museo da directamente al Gran Canal. Está abierta, con columnas y alguna escultura. Es un espacio que mezcla lo clásico y lo experimental sin forzar nada. Volvimos a sacar fotos con preciosas vistas.

La siguiente parada fue la Colección Peggy Guggenheim, instalada en el Palazzo Venier dei Leoni, un palacio bajo y sin terminar del siglo XVIII que Peggy compró en 1949 para vivir y mostrar su colección. Vivió ahí hasta 1979, rodeada de arte y sus perros.

El museo estaba bastante lleno y las salas, pequeñas, así que a veces cuesta disfrutar con calma obras tan potentes como las de Picasso, Magritte, Kandinsky, Dalí o Pollock. Pero la fuerza del arte moderno se impone igual.

Pollock y Calder

Dali

Había también una exposición itinerante homenaje a  María Helena Viera Da Silva destacada pintora portuguesa nacionalizada francesa, reconocida como una figura central del arte abstracto europeo del siglo XX. Su obra se caracteriza por complejas composiciones que exploran la perspectiva, el espacio y la arquitectura, fusionando elementos de abstracción y representación.

Al salir, paseamos por el jardín de esculturas, bien cuidado y con piezas integradas en la vegetación. Ahí está enterrada Peggy Guggenheim, junto a sus perros, un detalle que humaniza el lugar y cierra el recorrido con cierta intimidad.

Obra de Giacometti esculturas alargadas y esqueléticas de figuras humanas, que exploran la fragilidad de la existencia y la soledad del individuo en el mundo moderno.

Dorsoduro es ese lado de Venecia donde la ciudad baja un poco el volumen, el arte se siente más cercano y el ritmo es otro. Perfecto para un día sin prisas y con ganas de mirar bien. 

Después, tomamos el vaporetto hasta el Arsenale.

Arsenale es la antigua base naval de Venecia, lo que hicimos fue perdernos por las callejuelas, puentes y canales de esta zona que parece una gran barriada popular. Había ropa tendida sobre los canales, pequeñas trattorias y rincones con mucho encanto. Buscábamos el famoso puente de manos de Lorenzo Quinn, pero Google nos mandaba a sitios perdidos, así que acabamos caminando mucho, cansadas pero riéndonos un montón. 

Paramos a comer una pizza y después entramos en la Bienal de Arquitectura.

La exposición central de esta edición se titula “The Artificial Kingdom: Architecture’s New Intelligence” y explora cómo la arquitectura está incorporando diferentes tipos de inteligencia —natural, artificial y colectiva— para afrontar los retos contemporáneos como el cambio climático y la urbanización acelerada. El Arsenale, con sus grandes naves de ladrillo y hierro, sirve como marco para propuestas inmersivas que combinan tecnología, sostenibilidad y nuevas formas de pensar las ciudades.

Desde allí nos indicaron desde dónde ver la instalación “Building Bridges” de Lorenzo Quinn a lo lejos. Se trata de un conjunto de manos gigantes que parecen sostener o formar un puente sobre el canal, simbolizando la unión y colaboración entre personas y culturas. Para verla más cerca hay que tomar la línea 4 del vaporetto, que pasa justo por debajo.«Cada par de manos de la escultura celebra uno de los seis valores humanos universales: amistad, para construir juntos el futuro; sabiduría, para tomar decisiones mutuamente beneficiosas; ayuda, para cimentar relaciones duraderas; fe, para confiar en tu corazón y en tu autoestima; esperanza, para perseverar en esfuerzos que valen la pena; y amor, el propósito fundamental de todo esto». dice Lorenzo Quin

El puente de manos esta en obras asi que desistimos verlo de cerca.

Luego nos dirigimos il Giardino, donde se concentran los pabellones nacionales. Este año participan 26 países, incluyendo debutantes como Azerbaiyán, Omán, Qatar y Togo, junto a países tradicionales como Rusia, Japón, los países nórdicos, Italia y España.

En uno de los pabellones habia estos asientos estaba tan cansada que no me pude resistir

Algunos de los pabellones destacados fueron:

• Rusia, que presenta soluciones para urbanismo en climas extremos.

• Japón, que mezcla tradición e innovación con técnicas ancestrales.

• Países Nórdicos, centrados en sostenibilidad y economía circular.

• Bahréin, con “Heatwave”, buscando combatir el calor extremo.

• Canadá, que experimenta con bacterias capturadoras de carbono.

• Reino Unido y Kenia, que dialogan sobre historia y reparación cultural.

• España, con “Re-Conexiones”, sobre regeneración urbana y social.

• Omán y Togo, con propuestas sobre adaptación climática.

• Qatar, que explora la relación entre cultura y tecnología.

Italia, el país anfitrión, que recorre la historia arquitectónica con mirada sostenible.

Para terminar el día, recorrimos todo el Gran Canal caminando de regreso al hotel. Después de descansar, salimos a cenar cerca. Comimos bien, sin más, y nos fuimos a dormir con los pies cansados y la mente llena de ideas.

Recomendaciones del Día 4:

• Traghetto: Si quieres cruzar el Gran Canal sin colas ni precios excesivos, prueba el traghetto desde San Tomà a Dorsoduro. Rápido, barato (2 €) y auténtico.

• Colección Peggy Guggenheim: Visítala temprano o en horarios menos concurridos. Las salas son pequeñas y se llenan.

• Biennale de Arquitectura: Lleva calzado cómodo y tiempo. “The Artificial Kingdom” es muy visual y plantea preguntas urgentes sobre cómo vivimos y viviremos.

• Arsenale: Recorre las naves con calma. A veces, lo más interesante está en los rincones menos transitados.

• Comida rápida y efectiva: Parar en una trattoria sencilla en Arsenale fue clave para seguir adelante.

• Lorenzo Quinn – “Building Bridges”: Pregunta cómo y desde dónde se ve mejor. No está bien señalizado, pero es impactante, incluso desde lejos.

• Vuelta caminando por el canal: Aunque llegues rendido, la luz del atardecer sobre el agua vale el esfuerzo. Una forma perfecta de cerrar el día.

  
  

  Look

  Jersey: Primark

  Pantalón: Zara

  Cinturón: Loewe

  Bolso: Guess

  Pañuelo: Mango

  Gafas: Ray ban

  Deportivas: New Balance

  Pendientes: Mango

¿Y tú?

• ¿Has visitado alguna vez la Biennale o la Colección Peggy Guggenheim? ¿Prefieres cruzar el Gran Canal en góndola turística o en un traghetto local? ¿Tienes algún rincón secreto en Venecia que recomendar? Me encantaría leer tu experiencia o tus consejos, así que no dudes en dejar un comentario 

• ¡Hasta el próximo post, donde cerrare el viaje a Venecia!