Último día en Venecia. Después de unos días intensos de visitas, museos y muchas, muchas fotos, nos tomamos este día con más calma. El plan era sencillo: callejear sin rumbo, visitar un par de lugares especiales que habíamos dejado para el final y disfrutar al máximo antes de decir adiós a esta ciudad única.
Nuestro cuarto día en Venecia fue, sin duda, el más artístico. Empezó en el corazón de la ciudad, cruzando el Gran Canal, y nos llevó desde el universo íntimo y moderno del Peggy Guggenheim hasta los pabellones de la Biennale de Arquitectura. También fue un día de perderse, literalmente, por callejones poco turísticos, puentes escondidos y barrios que todavía conservan la vida veneciana más cotidiana. Tras Desayunar el B&B San Firmino, maravilloso con vistas al canal nos acercamos caminando hasta la zona de San Marcos para cruzar el canal en una góndola traghetto que sale en Santa Maria del Giglio, justo al final de la Calle Larga XXII Marzo. Este servicio público es básicamente una góndola sin florituras: más ancha, sin música ni adornos, y por 2 € te sientas y cruzas en un par de minutos. Es la forma más auténtica y práctica de moverse entre orillas, nada que ver con las góndolas turísticas.
De Cannaregio al Ducale: lo mejor y lo peor de un sábado en Venecia. Empezamos el día con el Tour a pie por la Venecia imprescindible de FreeTour. A diferencia de los circuitos habituales, este evita los grandes clásicos como San Marcos o Rialto, y recorre zonas más auténticas: Santa Croce, Cannaregio y parte del gueto judío.
“Si visitas Venecia, no puedes perderte San Marcos ni Burano. Aquí te cuento cómo recorrer ambos en un día.”. Nos levantamos pronto porque el día venía cargadito. Querimos visitar San Marcos y despues ir a las islas decidimos ir directas a Burano que me parece muy bonita y colorida
Nuestro primer día en Venecia empezó con retrasos y lluvia, pero aún así logramos descubrir la magia de la ciudad entre canales y callejones. Así fue nuestro arranque en esta aventura veneciana que desde hace varios meses teníamos programado, un viaje de 5 días a Venecia de jueves a lunes con buenos horarios ya que la llegada la tenia a las 13h pero nada se puede programar ya que por motivos que no tenemos claros el vuelo llegó con cuatro horas de retraso, aunque ¿Qué sería de un viaje sin algo de estrés logístico? Aterrizamos en Venecia a las 17:00, cansadas y con ganas de empezar por fin la aventura. Tras hacer una cola larguísima para el vaporetto Alilaguna hacia Rialto —más de una hora de espera entre frío y ráfagas de aire—, ya estábamos en modo supervivencia.
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