Hay exposiciones que dejan huella no por su tamaño, sino por la forma en que ocupan el espacio.
La de Graciela Iturbide en la Fábrica de Armas de La Vega, en Oviedo, fue una de ellas.
Una propuesta pensada para acompañar los Premios Princesa de Asturias, breve en calendario pero impecable en ejecución.
Lo interesante fue ver cómo una nave industrial, de muros altos y estructura metálica, se transformó en un lugar silencioso, cálido y perfectamente adaptado a la obra.

 

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